Dejar a nuestro hijo rodeado de desconocidos es una idea que no agrada a nadie, sobre todo si te ves obligado a hacerlo por cuestiones de trabajo. Muchas familias, pero sobre todo las madres, tenemos sentimientos de culpa ante esta situación, razón por la que muchas deciden aparcar su carrera profesional para hacerse cargo de los peques.
Antes que nada me gustaría aclarar que esta entrada no es una alegoría a los beneficios de criar en casa o, por el contrario, la necesidad de que el niño socialice en la guardería. Voy a intentar ser lo más objetiva posible y centrarme en la forma de hacer una incorporación a la guardería lo menos traumática posible.
Lo que es innegable es que todos tenemos claro que como mejor están nuestros peques es con nosotros, da igual cual sea tu forma de criar. Por esta razón sufrimos esa sensación de angustia ante la separación de nuestro bebé. Ante esta nueva situación los sentimientos encontrados se apoderan de nosotros: por una parte nos sentimos bien por poder disponer de un tiempo para nosotros, por otro lado nos sentimos culpables del posible dolor que podemos estar causando a una personita indefensa con nuestra ausencia. Existe incluso el sentimiento de culpa por sentirse bien al estar sin nuestro bebé. En definitiva, el comienzo de la guardería es un torrente de sensaciones nuevas tanto para los peques como para los padres. ¿Qué podemos hacer entonces para superar este período?
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